La religión templaria busca la salvación de
la masculinidad frente a la emasculación, la falta de padre y exceso de madre
Nacida en una idea de reivindicación
personal, los Templarios se transformaron en matones
México D.F., 20 de noviembre de 2015.- En el
marco del 40 aniversario de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales,
sede México, el antropólogo Claudio Lomnitz dictó la conferencia magistral La
Religión de los Caballeros Templarios, un recuento de principales hallazgos de
su más reciente e inédita investigación.
Desde hace 50 años, Michoacán es un estado
trasnacional, en la medida en que el cuarenta por ciento de sus habitantes vive
en Estados Unidos. Cuando las cabezas de familia deciden salir del país en
búsqueda de mejores oportunidades económicas se enfrentan a una encrucijada:
ser el sostén y la esperanza y al mismo tiempo ser quienes abandonan el núcleo familiar.
“Están protegiendo a la familia rompiendo a la familia”, indicó Lomnitz.
Para el profesor de la Universidad de
Columbia este cisma afianza la vulnerabilidad de las familias de ese estado con
niños que crecen en la desprotección y el abandono, hecho que resulta relevante
para entender el ánimo y el ideal de un grupo delictivo como el de los
Caballeros Templarios o La Familia Michoacana, que en sus inicios pretendían
proteger y defender a los habitantes de Michoacán del acoso al que los tenía
sometidos el grupo de Los Zetas.
Nacido en el seno de esta sociedad, Nazario
Moreno “El Chayo”, enfrentó desde temprana edad la ausencia de padre debido al
alcoholismo, estigma que lo impulsó a intentar fundar una religión que
propugnara “la salvación de la masculinidad frente a la emasculación, la falta
de padre y exceso de madre”. Lomnitz describe que “la falta de padre es una
condición que tiene que ser recuperada como un acto de fortalecimiento moral
para los reclutas templarios”.
“La religión templaria es un esfuerzo por
construir el ideal personal requerido para pertenecer a una organización”,
aseguró el especialista, y agregó que la religión de los Templarios funcionaba
más como un “club de rotarios” con mecanismos de reclutamiento que establecían
“ideas de carácter organizacional y moral alrededor de una retórica de defensa
social”.
Como ideólogo de esta religión, El Chayo se
hacía llamar “Ernesto Morelos Villa” por considerarse una reencarnación del Che
Guevara, José María Morelos y Pancho Villa. El Chayo era un hombre leído y con
amplio conocimiento de la cultura popular americana, “en sus textos
fundacionales difundidos como una propaganda de su religión, lo mismo citaba a
Enrique IV que al protagonista de la película El Gladiador”, refiere el
director del Centro de Estudios Mexicanos de la Universidad de Columbia.
Aunque la intención de Nazario Moreno quedó
solo en un proyecto que no alcanzó a concretarse ni antes ni después de su
(segunda) muerte en 2014, la religión de los Templarios se diluyó del servicio
a la desposesión. Al frente de la Familia Michoacana, El Chayo dejaba claro que
en “su hermandad no habría asesinos, delincuentes, violadores o asaltantes y quien desobedecía esto pagaba con la
muerte”.
Sin embargo Los Caballeros Templarios entran
en la contradicción de “defender la tierra, los orígenes, la dignidad de las
mujeres y la valentía de sus hombres a través de un elevado goce sádico al
saberse dueños de la vida de otros, que lo mismo pasaba por rituales de tortura
y asesinatos”, expresó Lomnitz.
“No hay entonces forma de cuadrar el círculo,
los Templarios crean una religión que les tendría que permitir volver a sus
comunidades, emanciparse de la pobreza y la explotación en la que nacieron,
defender a su gente pero termina siendo el cimiento de una religión que termina
adorando a la muerte. Se convirtió en una ideología de matones, hombres que se
consideraban de un temple superior y al final merecedores de ser los amos de
Michoacán”, concluyó el catedrático.
El director de la Flacso México, Francisco
Valdés Ugalde agradeció la presencia de Claudio Lomnitz por acompañar los
festejos académicos de los 40 años de esta casa de estudios. Valdés Ugalde
resaltó el valor de la investigación presentada, por ser sobre un tema tan
complicado, confuso e importante para la opinión pública en México, y “que
incluso en el mundo de las Ciencias Sociales es extremadamente
comprometido y polisémico, casi
polarizado”.
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